Control de la mosca blanca en invernaderos con malla agrícola

Las moscas blancas se encuentran entre las plagas más persistentes y costosas en la producción bajo invernadero, especialmente en las regiones cálidas y semiáridas de México. Aunque apenas son visibles a simple vista, estos diminutos insectos pueden debilitar las plantas, transmitir virus devastadores y provocar daños fitosanitarios secundarios. Comprender cómo se comportan las moscas blancas —y cómo su biología interactúa con el clima— es la base para un control eficaz y sin químicos.

En este artículo

• Por qué es importante controlar la mosca blanca
• Tipos de mosca blanca en la producción en invernadero
• Comprender el ciclo de vida de la mosca blanca
• Temperatura y variaciones estacionales
• Comportamiento y propagación
• Exclusión física con malla antiinsectos
• Integración del control físico y biológico
• Cambio climático y el futuro del manejo de la mosca blanca

Por qué es importante controlar la mosca blanca

En México, las infestaciones de mosca blanca son comunes en cultivos de tomate, pimiento y pepino, donde pueden causar pérdidas de rendimiento de hasta un 50 % si no se manejan adecuadamente. El principal responsable es la mosca blanca del camote (Bemisia tabaci), aunque la mosca blanca de los invernaderos (Trialeurodes vaporariorum) también está presente en las zonas altas y más frescas.

Ambas especies se alimentan de la savia mediante un aparato bucal picador–chupador y excretan una mielecilla pegajosa que favorece el desarrollo de fumagina y reduce la fotosíntesis.

Más grave aún es su papel como vectores de virus. En el tomate, la Bemisia tabaci transmite el Tomato yellow leaf curl virus (TYLCV) y el Tomato chlorosis virus (ToCV) — enfermedades que deforman el follaje, retrasan el crecimiento y deterioran drásticamente la calidad del fruto. Dado que una sola hembra infectada puede transmitir el virus tras alimentarse apenas unos minutos, la exclusión, más que el tratamiento, es la forma más eficaz de protección.

Svensson ha reunido una serie de artículos, guías y recursos para ayudar a los productores que buscan excluir la mosca blanca de sus cultivos.

Tipos de mosca blanca en la producción en invernadero

El término mosca blanca se aplica a varias especies visualmente similares, cada una con un comportamiento y unas preferencias ambientales ligeramente distintos.

De estas especies, Bemisia tabaci es por mucho la más significativa desde el punto de vista económico y la más difícil de controlar en las zonas productoras bajo invernadero de México.

*MEAM1 y MED se refieren a dos de las subespecies más invasivas y extendidas: Middle East–Asia Minor 1 (MEAM1) y Mediterranean (MED), esta última con mayor resistencia a insecticidas. 

Comprender el ciclo de vida de la mosca blanca

Las moscas blancas se desarrollan a través de seis etapas principales: huevo, cuatro estados ninfales inmaduros (conocidos en conjunto como “escamas”) y adulto alado.

Los huevos se depositan en el envés de las hojas jóvenes y eclosionan aproximadamente en una semana a temperaturas óptimas (25 a 30 °C). Las ninfas permanecen adheridas a la superficie de la hoja, de donde extraen nutrientes hasta madurar.

Los adultos viven de dos a cuatro semanas, según la temperatura, y cada hembra puede poner más de 100 huevos durante ese periodo. Las hembras miden en promedio de 0.67 a 0.8 mm, y los machos de 0.51 a 0.68 mm; por ello se recomienda un tamaño de orificio máximo de 0.4 mm para excluirlos eficazmente.

Los machos viven menos y tienen poca participación directa en la transmisión de virus. Las hembras, en cambio, se alimentan con mayor frecuencia y durante más tiempo, siendo las principales vectoras. Además, la proporción de sexos varía con la temperatura: las temperaturas altas favorecen una mayor producción de hembras, acelerando el crecimiento poblacional.

Tay W.T., Evans G.A., Boykin L.M., De Barro P.J. (2012) Will the Real Bemisia tabaci Please Stand Up? PLOS ONE, 7(11): e50550.

Temperatura y variaciones estacionales

La mosca blanca es un insecto altamente influenciado por la temperatura. Su reproducción y desarrollo se aceleran drásticamente entre los 25 °C y 35 °C, lo que permite explosiones poblacionales durante veranos calurosos e inviernos templados. En condiciones de invernadero, donde la temperatura se mantiene estable, las generaciones se superponen continuamente —una de las razones por las que las infestaciones son tan persistentes una vez establecidas.

En inviernos cálidos, más adultos sobreviven al exterior y reinvaden los invernaderos con antelación en primavera. Por otro lado, el calor extremo (más de 38 °C) puede reducir la fertilidad y acortar la vida del adulto, pero en la mayoría de las zonas productoras de México las temperaturas internas rara vez permanecen tan altas por mucho tiempo. El resultado es claro: estaciones más largas y noches más cálidas ofrecen más oportunidades para multiplicarse.

A medida que los patrones climáticos se desplazan hacia veranos más cálidos y secos, la presión de mosca blanca probablemente aumentará, haciendo que las medidas preventivas —como la exclusión física— sean aún más esenciales.

Comportamiento y propagación

Las moscas blancas prefieren los microclimas cálidos y luminosos, concentrándose a menudo en los lados soleados del invernadero y en las hojas del dosel superior. Son voladoras débiles, pero se desplazan fácilmente con corrientes de aire o por efecto térmico. Las poblaciones suelen originarse en malezas o plantas ornamentales alrededor del perímetro del invernadero, desde donde ingresan por ventanas o puertas.

Dado que su alimentación implica breves picaduras en múltiples hojas, incluso un número pequeño de adultos puede transmitir virus rápidamente a lo largo del cultivo. El control químico puede reducir temporalmente la población adulta, pero la resistencia a insecticidas es generalizada en México, y las ninfas en el envés de las hojas quedan prácticamente protegidas.

Exclusión física con malla antiinsectos

Las mallas antiinsectos agrícolas son hoy una de las herramientas más confiables para prevenir la invasión de mosca blanca. Al formar una barrera física en ventanas, laterales y puertas, bloquean el paso de los adultos antes de que puedan entrar o salir.

Selección de la malla adecuada

• Las mallas de 40–50 mesh (≈ 0.4 mm de abertura) bloquean eficazmente Bemisia tabaci y T. vaporariorum sin comprometer demasiado la ventilación en la mayoría de los cultivos hortícolas.

• En regiones con alta presión de thrips, puede ser necesario usar mallas más finas, de 60–80 mesh, aunque estas reducen la ventilación.

• Al seleccionar la malla, considera el clima local y el área de ventilación: las mallas más finas pueden requerir ventanas más amplias o ventilación forzada para mantener temperatura y humedad dentro de límites aceptables.

Instalación y mantenimiento

• Coloque la malla firmemente sobre ventanas laterales y aberturas de techo, sin dejar espacios ni bordes sueltos.

• Utilice doble puerta o esclusas de aire donde sea posible, para reducir el ingreso de plagas durante las labores.

• Inspeccione con frecuencia para detectar rasgaduras o acumulación de polvo que pueda disminuir la porosidad.

• Combine con manejo de maleza y limpieza perimetral para eliminar focos externos de reproducción.

Integración con control físico y biológico

La exclusión física funciona mejor como parte de un manejo integrado de plagas (MIP). En México, los productores comerciales liberan cada vez más insectos benéficos como:

• Encarsia formosa y Eretmocerus eremicus (avispas parasitoides de ninfas de mosca blanca)

• Macrolophus pygmaeus y Delphastus catalinae (chinches y escarabajos depredadores de huevos y larvas)

Una buena higiene del cultivo —retirar restos vegetales, controlar plantas voluntarias y limpiar mallas entre ciclos— limita la reinfestación. Además, los acolchados reflectantes y las cubiertas de invernadero con bloqueo selectivo de UV pueden ayudar a reducir la orientación y el aterrizaje de la mosca blanca.

Cambio climático y el futuro del manejo de la mosca blanca

El aumento de temperaturas y las temporadas de cultivo más largas están creando condiciones cada vez más favorables para la mosca blanca. Con poblaciones dominadas por hembras, ciclos de vida más rápidos y generaciones más cortas, las infestaciones pueden crecer de forma exponencial. La resistencia a insecticidas agrava el problema, dejando el control físico y biológico como las estrategias más sostenibles a largo plazo.

La tendencia hacia la producción protegida con malla en México refleja esta realidad. Estructuras bien ventiladas y equipadas con mallas antiinsectos adecuadas ofrecen a los productores un medio práctico para reducir el riesgo de transmisión viral mientras mantienen la calidad y el rendimiento del cultivo. En regiones donde los veranos son cada vez más calurosos y secos, invertir en un diseño correcto de ventilación y malla no es solo una medida de protección: es una condición indispensable para una producción sostenible.

En resumen

El control de la mosca blanca consiste en comprender su biología, no solo en bloquear insectos. Al reconocer cómo interactúan la actividad de las hembras, la temperatura y la dinámica estacional, los productores pueden anticipar los periodos de mayor riesgo y elegir la malla más adecuada.

Las mallas agrícolas antiinsectos, integradas con control biológico y buenas prácticas de higiene, ofrecen a los horticultores mexicanos una forma realista y ambientalmente responsable de mantenerse un paso adelante frente a uno de sus enemigos más adaptables.